1
Ciertamente tiempo determinado tiene el hombre sobre la tierra, y sus días son como los días del jornalero.
2
Como el siervo anhela la sombra, y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,
3
así poseo yo los meses de vanidad, y las noches de trabajo me dieron por cuenta.
4
Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mido la noche, y estoy harto de devaneos hasta el alba.
5
Mi carne está vestida de gusanos, y de terrones de polvo; mi piel hendida y abominable.
6
Mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza.
7
Acuérdate que mi vida es un viento, y que mis ojos no volverán para ver el bien.
8
Los ojos de los que ahora me ven, no me verán más; tus ojos serán sobre mí, y dejaré de ser.