32
El extranjero no tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
33
Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones, escondiendo en mi seno mi iniquidad;
34
si temí a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta,
35
¡quién me diera quien me oyese! He aquí mi señal es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me hiciera el proceso.
36
Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ataría en lugar de coronas.
37
Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me llegaría a él.
38
Si mi tierra clamara contra mí, y llorarán todos sus surcos;
39
si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños;
40
en lugar de trigo me nazcan espinos, y abrojos en lugar de cebada. Se acaban las palabras de Job.