2
Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos, en los cuales pereció el tiempo?
3
Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; huían a la soledad, al lugar tenebroso, asolado y desierto.
4
Que cogían malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para calentarse.
5
Eran echados de entre los hombres , y todos les daban gritos como al ladrón.
6
Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las piedras.
7
Bramaban entre las matas, y se congregaban debajo de las espinas.
8
Hijos de viles, y hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra.
9
Y ahora yo soy su canción, y soy hecho a ellos refrán.
10
Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
11
Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
12
A la mano derecha se levantaron los jóvenes; empujaron mis pies, y pisaron sobre mí las sendas de su contrición.