4
Y envió el SEÑOR a vosotros todos sus siervos los profetas, madrugando y enviándoles; mas no oísteis, ni inclinasteis vuestro oído para escuchar,
5
cuando decían: Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y morad sobre la tierra que os dio el SEÑOR, a vosotros y a vuestros padres para siempre;
6
y no caminéis en pos de dioses ajenos, sirviéndoles y encorvándoos a ellos, ni me provoquéis a ira con la obra de vuestras manos; y no os haré mal.
7
Pero no me oístes, dijo el SEÑOR, provocándome a ira con la obra de vuestras manos para mal vuestro.
8
Por tanto, así dijo el SEÑOR de los ejércitos: Por cuanto no oísteis mis palabras,
9
he aquí enviaré yo , y tomaré todos los linajes del aquilón, dice el SEÑOR, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra, y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los mataré, y los pondré por escarnio, y por silbo, y en soledades perpetuas.
10
Y haré perder de entre ellos voz de gozo y voz de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de muelas, y luz de candil.
11
Y toda esta tierra será puesta en soledad, en espanto; y servirán estos gentiles al rey de Babilonia setenta años.
12
Y será que, cuando fueren cumplidos los setenta años, visitaré sobre el rey de Babilonia y sobre aquella gente su maldad, dijo el SEÑOR, y sobre la tierra de los caldeos; y yo la pondré en desiertos para siempre.
13
Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todos los gentiles.
14
Porque se servirán también de ellos muchas naciones, y reyes grandes; y yo les pagaré conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus manos.