8
No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dijo el SEÑOR.
9
Y extendió el SEÑOR su mano, y tocó sobre mi boca; y me dijo el SEÑOR: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.
10
Mira que te he puesto en este día sobre gentiles y sobre reinos, para arrancar y para destruir, y para echar a perder y para derribar, y para edificar y para plantar.
11
Y la palabra del SEÑOR vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Yo veo una vara de almendro.
12
Y me dijo el SEÑOR: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.
13
Y vino a mí palabra del SEÑOR por segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Yo veo una olla que hierve; y su faz está de la parte del aquilón.
14
Y me dijo el SEÑOR: Del aquilón se soltará el mal sobre todos los moradores de la tierra.
15
Porque he aquí que yo convoco todas las familias de los reinos del aquilón, dijo el SEÑOR; y vendrán, y pondrá cada uno su asiento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y en todas las ciudades de Judá.
16
Y hablaré con ellos mis juicios a causa de toda su malicia; que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y a hechuras de sus manos se encorvaron.
17
Tú, pues, ciñe tus lomos, y te levantarás, y les hablarás todo lo que te mandaré; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos.
18
Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de bronce sobre toda la tierra, contra los reyes de Judá, contra sus príncipes, contra sus sacerdotes, y contra el pueblo de la tierra.