6
Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque son henchidos de oriente, y de agoreros, como los filisteos; y en hijos ajenos descansan.
7
Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de caballos; ni sus carros tienen número.
8
Además está su tierra llena de ídolos, y a la obra de sus manos se han arrodillado, a lo que fabricaron sus dedos.
9
Y todo hombre se ha inclinado, y todo varón se ha humillado, por tanto, no los perdonarás.
10
Métete en la piedra, escóndete en el polvo, de la presencia espantosa del SEÑOR y del resplandor de su majestad.
11
La altivez de los ojos del hombre será abatida; y la soberbia de los hombres será humillada; y solo el SEÑOR será ensalzado en aquel día.
12
Porque día del SEÑOR de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, y sobre todo ensalzado; y será abatido;
13
y sobre todos los cedros del Líbano altos y sublimes; y sobre todos los alcornoques de Basán;
14
y sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados levantados;
15
y sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte;
16
y sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas.
17
Y la altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo el SEÑOR será ensalzado en aquel día.
18
Y quitará totalmente los ídolos.
19
Y se meterán en las cavernas de las peñas, y en las aberturas de la tierra, por la presencia espantosa del SEÑOR, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levantará para herir la tierra.
20
Aquel día el hombre arrojará en las cuevas de los topos, y de los murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase;
21
y se meterán en las hendiduras de las piedras, y en las cavernas de las peñas, delante de la presencia temerosa del SEÑOR, y del resplandor de su majestad, cuando se levantará para herir la tierra.
22
Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?