7
Por tanto, se descoyuntarán todas la manos, y todo corazón de hombre se desleirá.
8
Y se llenarán de terror; angustias y dolores los invadirán; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrarán al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas.
9
He aquí que el día del SEÑOR viene, cruel y de enojo y ardor de ira, para tornar la tierra en soledad, y raer de ella sus pecadores.
10
Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no derramarán su lumbre; el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no echará su resplandor.
11
Y visitaré la maldad sobre el mundo, y sobre los impíos su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes.
12
Haré más precioso que el oro fino al varón; y al hombre más que el oro de Ofir.
13
Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación del SEÑOR de los ejércitos, y en el día de la ira de su furor.
14
Y será que como gacela perseguida, y como oveja sin pastor; cada cual mirará hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra.
15
Cualquiera que fuere hallado, será alanceado; y cualquiera que a ellos se juntare, caerá a espada.
16
Sus niños serán estrellados delante de ellos; sus casas serán saqueadas, y forzadas sus mujeres.
17
He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no buscarán la plata, ni codiciarán oro.