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Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,
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donde estuvo tres días sin ver, y no comió, ni bebió.
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Había entonces un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
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Y el Señor le dijo : Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora;
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y ha visto en visión un varón llamado Ananías, que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.
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Entonces Ananías respondió: Señor, he oído a muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
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y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender a todos los que invocan tu Nombre.
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Y le dijo el Señor: Ve, porque vaso escogido me es éste, para que lleve mi Nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
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porque yo le mostraré cuánto le conviene que padezca por mi Nombre.
17
Ananías entonces fue, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo, hermano, el Señor Jesus, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
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Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.