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Y siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal,
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diciendo: Que éste persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley.
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Y comenzando Pablo a abrir la boca, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría.
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Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas.
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Y los echó del tribunal.
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Entonces todos los griegos tomando a Sóstenes, principal de la sinagoga, le herían delante del tribunal; y a Galión nada se le daba de ello.
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Mas Pablo habiéndose detenido aun allí muchos días, después se despidió de los hermanos, y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose trasquilado la cabeza en Cencrea, porque tenía voto.
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Y llegó a Efeso, y los dejó allí: y él entrando en la sinagoga, disputó con los judíos,
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los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió.
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Sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso tenga la Fiesta que viene, en Jerusalén; mas otra vez volveré a vosotros, queriendo Dios. Y salió de Efeso.
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Y habiendo arribado a Cesarea subió a Jerusalén ; y después de saludar a la Iglesia, descendió a Antioquía.
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Y habiendo estado allí algún tiempo, salió, andando por orden la provincia de Galacia, y Frigia, confirmando a todos los discípulos.
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Llegó entonces a Efeso un judío, llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras.
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Este era instruido en el camino del Señor; y ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor Jesús, enseñado solamente en el bautismo de Juan.
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Y comenzó a hablar confiadamente en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron, y le declararon más particularmente el camino de Dios.
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Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos exhortados, escribieron a los discípulos que le recibiesen; y venido él, aprovechó mucho por la gracia a los que habían creído;
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porque con gran vehemencia convencía públicamente a los judíos, mostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.