18
Entonces Judá se llegó a él, y dijo: Te ruego señor mío, que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues que tú eres como el Faraón.
19
Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ¿Tenéis padre o hermano?
20
Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un joven que le nació en su vejez, pequeño aún; y un hermano suyo murió, y él quedó solo de su madre, y su padre lo ama.
21
Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él.
22
Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si le dejare, su padre morirá.
23
Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no descendiere con vosotros, no veáis más mi rostro.
24
Aconteció pues, que cuando llegamos a mi padre tu siervo, le contamos las palabras de mi señor.
25
Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento.
26
Y nosotros respondimos: No podemos ir; si nuestro hermano fuere con nosotros, iremos; porque no podemos ver el rostro del varón, no estando con nosotros nuestro hermano el menor.
27
Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sabéis que dos me dio a luz mi mujer;
28
y el uno salió conmigo, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no le he visto;