10
Y fue que hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella.
11
Aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí en casa.
12
Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en manos de ella, y huyó, y se salió fuera.
13
Y acaeció que cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera,
14
llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo, para que hiciese burla de nosotros; vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces;
15
y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó, y salió.
16
Y ella puso junto a sí la ropa de él, hasta que vino su señor a su casa.
17
Entonces le habló ella semejantes palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme;
18
y cuando yo alcé mi voz y grite, él dejó su ropa junto a mí, y huyó fuera.
19
Y sucedió que cuando oyó su señor las palabras que su mujer le hablara, diciendo: Así me ha tratado tu siervo; se encendió su furor.
20
Y tomó su señor a José, y le puso en la casa de la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la casa de la cárcel.