9
Como antes hemos dicho, también ahora lo decimos otra vez: Si alguno os anunciare otro Evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
10
Porque, ¿persuado yo ahora a hombres o a Dios? ¿O busco agradar a los hombres? Cierto, que si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
11
Mas os hago saber, hermanos, que el Evangelio que ha sido anunciado por mí, no es según hombre;
12
ni yo lo recibí, ni aprendí de hombre, sino por revelación de Jesús, el Cristo.
13
Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera la Iglesia de Dios, y la destruía;
14
y aprovechaba en el Judaísmo sobre muchos de mis iguales en mi nación, siendo mucho más celoso que todos de las tradiciones de mis padres.
15
Mas cuando quiso Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia,
16
revelar a su Hijo en mí, para que le predicase entre los gentiles, luego no consulté con carne y sangre;
17
ni fui a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que me fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.
18
Después, pasados tres años, fui a Jerusalén a ver a Pedro, y estuve con él quince días.
19
Mas a ningún otro de los apóstoles vi, sino a Jacobo, el hermano del Señor.
20
Y en esto que os escribo, he aquí delante de Dios, que no miento.
21
Después fui a las partes de Siria y de Cilicia;
22
y no era conocido de vista a las Iglesias de Judea, que eran en el Cristo;
23
solamente habían oído decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que en otro tiempo destruía.
24
Y glorificaban a Dios por mí.