2
y acaeciere la señal o milagro que él te dijo, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles;
3
no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque el SEÑOR vuestro Dios os prueba, para saber si amáis al SEÑOR vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.
4
En pos del SEÑOR vuestro Dios andaréis, y a él temeréis, y guardaréis sus mandamientos, y escucharéis su voz, y a él serviréis, y a él os allegaréis.
5
Y el tal profeta o soñador de sueños, morirá; por cuanto habló rebelión contra el SEÑOR vuestro Dios, que te sacó de tierra de Egipto, y te rescató de casa de servidumbre, para echarte del camino por el que el SEÑOR tu Dios te mandó que anduvieses; y quitarás el mal de en medio de ti.
6
Cuando te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer de tu seno, o tu amigo que sea como tu alma, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis,
7
de los dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores cercanos a ti, o lejos de ti, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella;
8
no consentirás con él, ni le darás oído; ni tu ojo le perdonará, ni tendrás compasión, ni lo encubrirás;
9
antes tienes que matarlo; tu mano será primero sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo.
10
Y has de apedrearlo con piedras, y morirá; por cuanto procuró echarte del SEÑOR tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre;
11
para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a hacer semejante maldad en medio de ti.
12
Cuando oyeres de alguna de tus ciudades que el SEÑOR tu Dios te da para que mores en ellas, que se dice: