3
Honra a las viudas que en verdad son viudas.
4
Y si alguna viuda tuviere hijos, o nietos, aprendan primero a gobernar su casa piadosamente, y a recompensar a sus padres, porque esto es lo honesto y agradable delante de Dios.
5
Ahora, la que en verdad es viuda y sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día.
6
Pero la que vive en delicias, viviendo está muerta en vida.
7
Manda, pues, esto, para que sean sin reprensión.
8
Pero si alguno no tiene cuidado de los suyos, y mayormente de los de su casa, la fe negó, y es peor que el que no creyó.
9
La viuda sea puesta en lista, no menor de sesenta años, la cual haya sido mujer de un varón.
10
Que tenga testimonio en buenas obras; si crió bien sus hijos ; si ha ejercitado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha seguido toda buena obra.
11
Pero viudas más jóvenes no admitas, porque después de hacerse licenciosas contra Cristo, quieren casarse.
12
Teniendo ya condenación, por haber falseado su primera fe.
13
Tampoco admitas las ociosas, enseñadas a andar de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también parleras y curiosas, hablando lo que no conviene.