7
Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros.
8
Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
9
Afligíos, lamentad y llorad; que vuestra risa se torne en llanto y vuestro gozo en tristeza.
10
Humillaos en la presencia del Señor y El os exaltará.
11
Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella.
12
Sólo hay un dador de la ley y juez, que es poderoso para salvar y para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?
13
Oíd ahora, los que decís: Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia.
14
Sin embargo, no sabéis cómo será vuestra vida mañana . Sólo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece.
15
Más bien, debierais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
16
Pero ahora os jactáis en vuestra arrogancia; toda jactancia semejante es mala.
17
A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.