4
y que la paciencia ha de tener su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.
5
Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
6
Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra.
7
No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor,
8
siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos.
9
Pero que el hermano de condición humilde se gloríe en su alta posición,
10
y el rico en su humillación, pues él pasará como la flor de la hierba.
11
Porque el sol sale con calor abrasador y seca la hierba, y su flor se cae y la hermosura de su apariencia perece; así también se marchitará el rico en medio de sus empresas.
12
Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.
13
Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie.
14
Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión.
15
Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.
16
Amados hermanos míos, no os engañéis.