10
Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra.
11
Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá tocante á mí.
12
Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día: Lo mismo te son las tinieblas que la luz.
13
Porque tú poseiste mis riñones; Cubrísteme en el vientre de mi madre.
14
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce mucho.
15
No fué encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fuí formado, Y compaginado en lo más bajo de la tierra.
16
Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.
17
Así que ¡cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán multiplicadas son sus cuentas!
18
Si los cuento, multiplícanse más que la arena: Despierto, y aun estoy contigo.
19
De cierto, oh Dios, matarás al impío; Apartaos pues de mí, hombres sanguinarios.
20
Porque blasfemias dicen ellos contra ti: Tus enemigos toman en vano tu nombre
21
¿No tengo en odio, oh Jehová, á los que te aborrecen, Y me conmuevo contra tus enemigos?
22
Aborrézcolos con perfecto odio; Téngolos por enemigos.
23
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos:
24
Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.