2
El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina;
3
Que establece sus aposentos entre las aguas; El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento;
4
El que hace á sus ángeles espíritus, Sus ministros al fuego flameante.
5
El fundó la tierra sobre sus basas; No será jamás removida.
6
Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas.
7
A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron;
8
Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste.
9
Pusísteles término, el cual no traspasarán; Ni volverán á cubrir la tierra.
10
Tú eres el que envías las fuentes por los arroyos; Van entre los montes.
11
Abrevan á todas las bestias del campo: Quebrantan su sed los asnos montaraces.
12
Junto á aquellos habitarán las aves de los cielos; Entre las ramas dan voces.
13
El que riega los montes desde sus aposentos: Del fruto de sus obras se sacia la tierra.
14
El que hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre; Sacando el pan de la tierra.
15
Y el vino que alegra el corazón del hombre, Y el aceite que hace lucir el rostro, Y el pan que sustenta el corazón del hombre.
16
Llénanse de jugo los árboles de Jehová, Los cedros del Líbano que él plantó.
17
Allí anidan las aves; En las hayas hace su casa la cigüeña.
18
Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras para los conejos.
19
Hizo la luna para los tiempos: El sol conoce su ocaso.
20
Pone las tinieblas, y es la noche: En ella corretean todas las bestias de la selva.
21
Los leoncillos braman á la presa, Y para buscar de Dios su comida.
22
Sale el sol, recógense, Y échanse en sus cuevas.