14
Las puertas se revuelven en sus quicios: Así el perezoso en su cama.
15
Esconde el perezoso su mano en el seno; Cánsase de tornarla á su boca.
16
A su ver es el perezoso más sabio Que siete que le den consejo.
17
El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, Es como el que toma al perro por las orejas.
18
Como el que enloquece, y echa llamas Y saetas y muerte,
19
Tal es el hombre que daña á su amigo, Y dice: Ciertamente me chanceaba.
20
Sin leña se apaga el fuego: Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.
21
El carbón para brasas, y la leña para el fuego: Y el hombre rencilloso para encender contienda.
22
Las palabras del chismoso parecen blandas; Mas ellas entran hasta lo secreto del vientre.
23
Como escoria de plata echada sobre el tiesto, Son los labios enardecidos y el corazón malo.
24
Otro parece en los labios al que aborrece; Mas en su interior pone engaño.
25
Cuando hablare amigablemente, no le creas; Porque siete abominaciones hay en su corazón.
26
Encúbrese el odio con disimulo; Mas su malicia será descubierta en la congregación.
27
El que cavare sima, caerá en ella: Y el que revuelva la piedra, á él volverá.
28
La falsa lengua atormenta al que aborrece: Y la boca lisonjera hace resbaladero.