50
Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; yo soy, no temáis.
51
Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban:
52
Porque aun no habían considerado lo de los panes, por cuanto estaban ofuscados sus corazones.
53
Y cuando estuvieron de la otra parte, vinieron á tierra de Genezaret, y tomaron puerto.
54
Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron.
55
Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron á traer de todas partes enfermos en lechos, á donde oían que estaba.
56
Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó heredades, ponían en las calles á los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban quedaban sanos.