31
Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
32
Y vienen al lugar que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.
33
Y toma consigo á Pedro y á Jacobo y á Juan, y comenzó á atemorizarse, y á angustiarse.
34
Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte: esperad aquí y velad.
35
Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oro que si fuese posible, pasase de él aquella hora,
36
Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa de mí este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.
37
Y vino y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora?
38
Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad es presto, mas la carne enferma.
39
Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.
40
Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.
41
Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.
42
Levantaos, vamos: he aquí, el que me entrega está cerca.
43
Y luego, aun hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una compañía con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.
44
Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad.
45
Y como vino, se acercó luego á él, y le dice: Maestro, Maestro. Y le besó.
46
Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.
47
Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.
48
Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos á tomarme?
49
Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.
50
Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron.
51
Empero un mancebillo le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron:
52
Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.
53
Y trajeron á Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron á él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.
54
Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.
55
Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte; mas no lo hallaban.
56
Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban.
57
Entonces levantandose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:
58
Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano.
59
Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.
60
Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra ti?
61
Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió á preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?