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Que sin temor librados de nuestros enemigos, Le serviríamos
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En santidad y en justicia delante de él, todos los días nuestros.
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Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás ante la faz del Señor, para aparejar sus caminos;
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Dando conocimiento de salud á su pueblo, Para remisión de sus pecados,
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Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó de lo alto el Oriente,
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Para dar luz á los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.
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Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu: y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró á Israel.