2
Nuestra heredad se ha vuelto á extraños, Nuestras casas á forasteros.
3
Huérfanos somos sin padre, Nuestras madres como viudas.
4
Nuestra agua bebemos por dinero; Nuestra leña por precio compramos.
5
Persecución padecemos sobre nuestra cerviz: Nos cansamos, y no hay para nosotros reposo.
6
Al Egipcio y al Asirio dimos la mano, para saciarnos de pan.
7
Nuestros padres pecaron, y son muertos; Y nosotros llevamos sus castigos.
8
Siervos se enseñorearon de nosotros; No hubo quien de su mano nos librase.
9
Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan Delante del cuchillo del desierto.
10
Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor del hambre.
11
Violaron á las mujeres en Sión, A las vírgenes en las ciudades de Judá.
12
A los príncipes colgaron por su mano; No respetaron el rostro de los viejos.
13
Llevaron los mozos á moler, Y los muchachos desfallecieron en la leña.
14
Los ancianos cesaron de la puerta, Los mancebos de sus canciones.
15
Cesó el gozo de nuestro corazón; Nuestro corro se tornó en luto.
16
Cayó la corona de nuestra cabeza: ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.
17
Por esto fué entristecido nuestro corazón, Por esto se entenebrecieron nuestro ojos:
18
Por el monte de Sión que está asolado; Zorras andan en él.
19
Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre: Tu trono de generación en generación.
20
¿Por qué te olvidarás para siempre de nosotros, Y nos dejarás por largos días?
21
Vuélvenos, oh Jehová, á ti, y nos volveremos: Renueva nuestros días como al principio.
22
Porque repeliendo nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.