32
Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
33
Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer?
34
Díceles Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
35
¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega.
36
Y el que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega.
37
Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega.
38
Yo os he enviado á segar lo que vosotros no labrasteis: otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
39
Y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho.
40
Viniendo pues los Samaritanos á él, rogáronle que se quedase allí: y se quedó allí dos días.
41
Y creyeron muchos más por la palabra de él.
42
Y decían á la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.