7
Empero como las centellas se levantan para volar por el aire, Así el hombre nace para la aflicción.
8
Ciertamente yo buscaría á Dios, Y depositaría en él mis negocios:
9
El cual hace cosas grandes é inescrutables, Y maravillas que no tienen cuento:
10
Que da la lluvia sobre la haz de la tierra, Y envía las aguas por los campos:
11
Que pone los humildes en altura, Y los enlutados son levantados á salud:
12
Que frustra los pensamientos de los astutos, Para que sus manos no hagan nada:
13
Que prende á los sabios en la astucia de ellos, Y el consejo de los perversos es entontecido;
14
De día se topan con tinieblas, Y en mitad del día andan á tientas como de noche:
15
Y libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos, Y de la mano violenta;
16
Pues es esperanza al menesteroso, Y la iniquidad cerrará su boca.
17
He aquí, bienaventurado es el hombre á quien Dios castiga: Por tanto no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
18
Porque él es el que hace la llaga, y él la vendará: El hiere, y sus manos curan.
19
En seis tribulaciones te librará, Y en la séptima no te tocará el mal.
20
En el hambre te redimirá de la muerte, Y en la guerra de las manos de la espada.
21
Del azote de la lengua serás encubierto; Ni temerás de la destrucción cuando viniere.
22
De la destrucción y del hambre te reirás, Y no temerás de las bestias del campo:
23
Pues aun con las piedras del campo tendrás tu concierto, Y las bestias del campo te serán pacíficas.
24
Y sabrás que hay paz en tu tienda; Y visitarás tu morada, y no pecarás.
25
Asimismo echarás de ver que tu simiente es mucha, Y tu prole como la hierba de la tierra.
26
Y vendrás en la vejez á la sepultura, Como el montón de trigo que se coge á su tiempo.
27
He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así: Oyelo, y juzga tú para contigo.