20
No anheles la noche, En que desaparecen los pueblos de su lugar.
21
Guárdate, no tornes á la iniquidad; Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.
22
He aquí que Dios es excelso con su potencia; ¿Qué enseñador semejante á él?
23
¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Y quién le dirá: Iniquidad has hecho?
24
Acuérdate de engrandecer su obra, La cual contemplan los hombres.
25
Los hombres todos la ven; Mírala el hombre de lejos.
26
He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos; Ni se puede rastrear el número de sus años.
27
El reduce las gotas de las aguas, Al derramarse la lluvia según el vapor;
28
Las cuales destilan las nubes, Goteando en abundancia sobre los hombres.
29
¿Quién podrá tampoco comprender la extensión de las nubes, Y el sonido estrepitoso de su pabellón?
30
He aquí que sobre él extiende su luz, Y cobija con ella las raíces de la mar.
31
Bien que por esos medios castiga á los pueblos, A la multitud da comida.
32
Con las nubes encubre la luz, Y mándale no brillar, interponiendo aquéllas.
33
Tocante á ella anunciará el trueno, su compañero, Que hay acumulación de ira sobre el que se eleva.