3
Que todo el tiempo que mi alma estuviere en mí, Y hubiere hálito de Dios en mis narices,
4
Mis labios no hablarán iniquidad, Ni mi lengua pronunciará engaño.
5
Nunca tal acontezca que yo os justifique: Hasta morir no quitaré de mí mi integridad.
6
Mi justicia tengo asida, y no la cederé: No me reprochará mi corazón en el tiempo de mi vida.
7
Sea como el impío mi enemigo, Y como el inicuo mi adversario.
8
Porque ¿cuál es la esperanza del hipócrita, por mucho que hubiere robado, Cuando Dios arrebatare su alma?
9
¿Oirá Dios su clamor Cuando la tribulación sobre él viniere?
10
¿Deleitaráse en el Omnipotente? ¿Invocará á Dios en todo tiempo?
11
Yo os enseñaré en orden á la mano de Dios: No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.
12
He aquí que todos vosotros lo habéis visto: ¿Por qué pues os desvanecéis con fantasía?
13
Esta es para con Dios la suerte del hombre impío, Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente.
14
Si sus hijos fueren multiplicados, serán para el cuchillo; Y sus pequeños no se hartarán de pan;
15
Los que le quedaren, en muerte serán sepultados; Y no llorarán sus viudas.
16
Si amontonare plata como polvo, Y si preparare ropa como lodo;
17
Habrála él preparado, mas el justo se vestirá, Y el inocente repartirá la plata.
18
Edificó su casa como la polilla, Y cual cabaña que el guarda hizo.
19
El rico dormirá, mas no será recogido: Abrirá sus ojos, mas él no será.
20
Asirán de él terrores como aguas: Torbellino lo arrebatará de noche.
21
Lo antecogerá el solano, y partirá; Y tempestad lo arrebatará del lugar suyo.
22
Dios pues descargará sobre él, y no perdonará: Hará él por huir de su mano.
23
Batirán sus manos sobre él, Y desde su lugar le silbarán.