8
He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; Y al occidente, y no lo percibiré:
9
Si al norte él obrare, yo no lo veré; Al mediodía se esconderá, y no lo veré.
10
Mas él conoció mi camino: Probaráme, y saldré como oro.
11
Mis pies tomaron su rastro; Guardé su camino, y no me aparté.
12
Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida.
13
Empero si él se determina en una cosa, ¿quién lo apartará? Su alma deseó, é hizo.
14
El pues acabará lo que ha determinado de mí: Y muchas cosas como estas hay en él
15
Por lo cual yo me espanto en su presencia: Consideraré, y temerélo.
16
Dios ha enervado mi corazón, Y hame turbado el Omnipotente.
17
¿Por qué no fuí yo cortado delante de las tinieblas, Y cubrió con oscuridad mi rostro?