4
¿No sabes esto que fué siempre, Desde el tiempo que fué puesto el hombre sobre la tierra,
5
Que la alegría de los impíos es breve, Y el gozo del hipócrita por un momento?
6
Si subiere su altivez hasta el cielo, Y su cabeza tocare en las nubes,
7
Con su estiércol perecerá para siempre: Los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?
8
Como sueño volará, y no será hallado: Y disiparáse como visión nocturna.
9
El ojo que le habrá visto, nunca más le verá; Ni su lugar le echará más de ver.
10
Sus hijos pobres andarán rogando; Y sus manos tornarán lo que él robó.
11
Sus huesos están llenos de sus mocedades, Y con él serán sepultados en el polvo.
12
Si el mal se endulzó en su boca, Si lo ocultaba debajo de su lengua;
13
Si le parecía bien, y no lo dejaba, Mas antes lo detenía entre su paladar;
14
Su comida se mudará en sus entrañas, Hiel de áspides será dentro de él.
15
Devoró riquezas, mas vomitarálas; De su vientre las sacará Dios.
16
Veneno de áspides chupará; Matarálo lengua de víbora.
17
No verá los arroyos, los ríos, Los torrentes de miel y de manteca.
18
Restituirá el trabajo conforme á la hacienda que tomó; Y no tragará, ni gozará.
19
Por cuanto quebrantó y desamparó á los pobres, Robó casas, y no las edificó;
20
Por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre, Ni salvará nada de lo que codiciaba.
21
No quedó nada que no comiese: Por tanto su bien no será durable.
22
Cuando fuere lleno su bastimento, tendrá angustia: Las manos todas de los malvados vendrán sobre él.
23
Cuando se pusiere á henchir su vientre, Dios enviará sobre él el furor de su ira, Y harála llover sobre él y sobre su comida.
24
Huirá de las armas de hierro, Y el arco de acero le atravesará.
25
Desenvainará y sacará saeta de su aljaba, Y relumbrante pasará por su hiel: Sobre él vendrán terrores.
26
Todas tinieblas están guardadas para sus secretos: Fuego no soplado lo devorará; Su sucesor será quebrantado en su tienda.
27
Los cielos descubrirán su iniquidad, Y la tierra se levantará contra él.
28
Los renuevos de su casa serán trasportados; Serán derramados en el día de su furor.
29
Esta es la parte que Dios apareja al hombre impío, Y la heredad que Dios le señala por su palabra.