4
¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie.
5
Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti: Tú le pusiste términos, de los cuales no pasará.
6
Si tú lo dejares, él dejará de ser: Entre tanto deseará, como el jornalero, su día.
7
Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñecerá aún, Y sus renuevos no faltarán.
8
Si se envejeciere en la tierra su raíz, Y su tronco fuere muerto en el polvo,
9
Al percibir el agua reverdecerá, Y hará copa como planta.
10
Mas el hombre morirá, y será cortado; Y perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?
11
Las aguas de la mar se fueron, Y agotóse el río, secóse.
12
Así el hombre yace, y no se tornará á levantar: Hasta que no haya cielo no despertarán, Ni se levantarán de su sueño.
13
¡Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, Que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
14
Si el hombre muriere, ¿volverá á vivir? Todos los días de mi edad esperaré, Hasta que venga mi mutación.