5
Mas ¡oh quién diera que Dios hablara, Y abriera sus labios contigo,
6
Y que te declarara los arcanos de la sabiduría, Que son de doble valor que la hacienda! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos que tu iniquidad merece.
7
¿Alcanzarás tú el rastro de Dios? ¿Llegarás tú á la perfección del Todopoderoso?
8
Es más alto que los cielos: ¿qué harás? Es más profundo que el infierno: ¿cómo lo conocerás?
9
Su dimensión es más larga que la tierra, Y más ancha que la mar.
10
Si cortare, ó encerrare, O juntare, ¿quién podrá contrarrestarle?
11
Porque él conoce á los hombres vanos: Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?
12
El hombre vano se hará entendido, Aunque nazca como el pollino del asno montés.
13
Si tú apercibieres tu corazón, Y extendieres á él tus manos;
14
Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;
15
Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte y no temerás:
16
Y olvidarás tu trabajo, O te acordarás de él como de aguas que pasaron:
17
Y en mitad de la siesta se levantará bonanza; Resplandecerás, y serás como la mañana:
18
Y confiarás, que habrá esperanza; Y cavarás, y dormirás seguro:
19
Y te acostarás, y no habrá quien te espante: Y muchos te rogarán.
20
Mas los ojos de los malos se consumirán, Y no tendrán refugio; Y su esperanza será agonía del alma.