2
La cual habló Jeremías profeta á todo el pueblo de Judá, y á todos los moradores de Jerusalem, diciendo:
3
Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, que son veintitrés años, fué á mí palabra de Jehová, y os he hablado, madrugando y dando aviso; mas no oisteis.
4
Y envió Jehová á vosotros todos sus siervos los profetas, madrugando y enviándolos; mas no oisteis, ni inclinasteis vuestro oído para escuchar,
5
Cuando decían: Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y morad en la tierra que os dió Jehová, á vosotros y á vuestros padres para siempre;
6
Y no vayáis en pos de dioses ajenos, sirviéndoles y encorvándoos á ellos, ni me provoquéis á ira con la obra de vuestras manos; y no os haré mal.
7
Empero no me habéis oído, dice Jehová, para provocarme á ira con la obra de vuestras manos para mal vuestro.
8
Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras,
9
He aquí enviaré yo, y tomaré todos los linajes del aquilón, dice Jehová, y á Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y traerélos contra esta tierra, y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y pondrélos por escarnio, y por silbo, y en soledades perpetuas.
10
Y haré que perezca de entre ellos voz de gozo y voz de alegría, voz de desposado y voz de desposada, ruido de muelas, y luz de lámpara.
11
Y toda esta tierra será puesta en soledad, en espanto; y servirán estas gentes al rey de Babilonia setenta años.
12
Y será que, cuando fueren cumplidos los setenta años, visitaré sobre el rey de Babilonia y sobre aquella gente su maldad, ha dicho Jehová, y sobre la tierra de los Caldeos; y pondréla en desiertos para siempre.