26
Y sus moradores, cortos de manos, quebrantados y confusos, fueron cual hierba del campo, como legumbre verde, y heno de los tejados, que antes que venga á madurez es seco.
27
Yo he sabido tu asentarte, tu salir y tu entrar, y tu furor contra mí.
28
Por cuanto te has airado contra mí, y tu estruendo ha subido á mis oídos, yo por tanto pondré mi anzuelo en tus narices, y mi bocado en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.
29
Y esto te será por señal Ezechîas: Este año comerás lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que nacerá de suyo; y el tercer año haréis sementera, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis el fruto de ellas.
30
Y lo que hubiere escapado, lo que habrá quedado de la casa de Judá, tornará á echar raíz abajo, y hará fruto arriba.
31
Porque saldrán de Jerusalem reliquias, y los que escaparán, del monte de Sión: el celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
32
Por tanto, Jehová dice así del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella escudo, ni será echado contra ella baluarte.
33
Por el camino que vino se volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová.
34
Porque yo ampararé á esta ciudad para salvarla, por amor de mí, y por amor de David mi siervo.
35
Y aconteció que la misma noche salió el ángel de Jehová, é hirió en el campo de los Asirios ciento ochenta y cinco mil; y como se levantaron por la mañana, he aquí los cuerpos de los muertos.
36
Entonces Sennachêrib, rey de Asiria se partió, y se fué y tornó á Nínive, donde se estuvo.