3
y a preguntar a los sacerdotes que estaban en la casa del SEÑOR de los ejércitos, y a los profetas, diciendo: ¿Lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años
4
Vino, pues, a mí palabra del SEÑOR de los ejércitos, diciendo
5
Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí
6
Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros
7
¿No son éstas las palabras que publicó el SEÑOR por mano de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y quieta, y sus ciudades en sus alrededores, y el mediodía y la campiña se habitaban
8
Y vino palabra del SEÑOR a Zacarías, diciendo
9
Así habló el SEÑOR de los ejércitos, diciendo: Juzgad juicio verdadero, y haced misericordia y compasión cada cual con su hermano
10
no agraviéis a la viuda, ni al huérfano, ni al extranjero, ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano
11
Pero no quisieron escuchar, antes dieron hombro rebelado, y agravaron sus oídos para no oír
12
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que el SEÑOR de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por mano de los profetas primeros; fue, por tanto, hecho gran castigo por el SEÑOR de los ejércitos
13
Y aconteció que como él clamó, y no escucharon, así ellos clamaron, y yo no escuché, dice el SEÑOR de los ejércitos