4
Pero cuando se manifestó la bondad del Salvador nuestro Dios, y su amor para con los hombres,
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no por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo;
6
el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesús, el Cristo, nuestro Salvador,
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para que, justificados por su gracia, seamos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.
8
La palabra es fiel, y esto quiero que afirmes que los que creen a Dios procuren conducirse en buenas obras. Esto es lo bueno y útil a los hombres.
9
Mas las cuestiones locas, y las genealogías, y contenciones, y debates acerca de la ley, evita; porque son sin provecho y vanas.
10
El hombre hereje, después de una y otra corrección, deséchalo;
11
estando cierto que el tal es trastornado, y peca, siendo condenado de su propio juicio.
12
Cuando enviare a ti a Artemas, o a Tíquico, procura venir a mí, a Nicópolis, porque allí he determinado invernar.
13
A Zenas doctor de la ley, y a Apolos, envía delante, procurando que nada les falte.
14
Y aprendan asimismo los nuestros a conducirse en buenas obras para los usos necesarios, para que no sean inútiles.
15
Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros. Amén.