8
pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal.
9
Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios;
10
de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
11
¿Acaso una fuente por la misma abertura echa agua dulce y amarga?
12
¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid higos? Tampoco la fuente de agua salada puede producir agua dulce.
13
¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que muestre por su buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.
14
Pero si tenéis celos amargos y ambición personal en vuestro corazón, no seáis arrogantes y así mintáis contra la verdad.
15
Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, diabólica.
16
Porque donde hay celos y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala.
17
Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía.
18
Y la semilla cuyo fruto es la justicia se siembra en paz por aquellos que hacen la paz.