1 Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo.
2 Porque todos tropezamos de muchas maneras. Si alguno no tropieza en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
3 Ahora bien, si ponemos el freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, dirigimos también todo su cuerpo.
4 Mirad también las naves; aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad del piloto quiere.
5 Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!
6 Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida.

English Standard Version ESV

James 3:1 Not many of you should become teachers, my brothers, for you know that we who teach will be judged with greater strictness.

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

Santiago 3:1 Hermanos míos, no os hagáis muchos maestros, sabiendo que recibiremos mayor condenación

King James Version KJV

New King James Version NKJV

James 3:1 My brethren, let not many of you become teachers, knowing that we shall receive a stricter judgment.

Nueva Traducción Viviente NTV

Santiago 3:1 Control de la lengua
Amados hermanos, no muchos deberían llegar a ser maestros en la iglesia, porque los que enseñamos seremos juzgados de una manera más estricta.

Nueva Versión Internacional NVI

Santiago 3:1 Hermanos míos, no pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con más severidad.

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

Santiago 3:1 HERMANOS míos, no os hagáis muchos maestros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

Santiago 3:1 Hermanos míos, no os hagáis muchos maestros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.

Herramientas de Estudio para Santiago 3:1-6