10
mas el que es rico, en su bajeza; porque él pasará como la flor de la hierba
11
Porque salido el sol con ardor, la hierba se seca, y su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todos sus caminos
12
Bienaventurado el varón que padece con paciencia la tentación, porque cuando fuere probado, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman
13
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de Dios; porque Dios no puede ser tentado de los males, ni él tienta a alguno
14
pero cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y cebado
15
Y la concupiscencia después que ha concebido, da a luz al pecado; y el pecado, siendo cumplido, engendra muerte
16
Hermanos míos muy amados, no erréis
17
Toda buena dádiva, y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las lumbres, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación
18
El, de su voluntad nos ha engendrado por la Palabra de verdad, para que seamos las primicias de sus criaturas
19
Por esto, hermanos míos amados, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse
20
porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios
21
Por lo cual, dejando toda inmundicia, y restos de malicia, recibid con mansedumbre la Palabra ingerida en vosotros, la cual puede hacer salvas vuestras almas
22
Mas sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos
23
Porque si alguno oye la Palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural
24
Porque él se consideró a sí mismo, y se fue; y a la hora se olvidó qué tal era
25
Mas el que hubiere mirado atentamente en la Ley de perfecta libertad, y hubiere perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho
26
Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana
27
La religión pura y sin mácula delante del Dios y Padre es visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo