4
Por cuanto me has alegrado, oh SEÑOR, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo.
5
¡Cuán grandes son tus obras, oh SEÑOR! Muy profundos son tus pensamientos.
6
El hombre necio no sabe, y el loco no entiende esto:
7
Florezcan los impíos como la hierba, y reverdezcan todos los que obran iniquidad, para ser destruidos para siempre.
8
Mas tú, SEÑOR, para siempre eres Altísimo.
9
Porque he aquí tus enemigos, oh SEÑOR, porque he aquí tus enemigos perecerán; serán disipados todos los que obran maldad.
10
Y tú ensalzaste mi cuerno como de unicornio; fue ungido con óleo verde.
11
Y miraron mis ojos mi deseo sobre mis enemigos; oyeron mis oídos mi deseo de los que se levantaron contra mí, de los malignos.
12
El justo florecerá como la palma; crecerá como cedro en el Líbano.
13
Plantados en la Casa del SEÑOR, en los atrios de nuestro Dios florecerán.
14
Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes;
15
para anunciar que el SEÑOR mi fortaleza es recto; y que no hay injusticia en él.