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cuando puso en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Zoán;
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y volvió sus ríos en sangre, y sus corrientes para que no bebiesen.
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Envió entre ellos enjambres de moscas que los comían, y ranas que los destruyeron.
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Dio también al pulgón sus frutos, y sus trabajos a la langosta.
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Sus viñas destruyó con granizo, y sus higuerales con piedra;
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y entregó al pedrisco sus bestias, y al fuego sus ganados.
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Envió sobre ellos el furor de su saña; ira, enojo, angustia, y ángeles malos.
50
Dispuso el camino a su furor; no eximió el alma de ellos de la muerte, sino que entregó su vida a la mortandad.
51
E hirió a todo primogénito en Egipto, las primicias de las fuerzas en las tiendas de Cam.
52
Hizo salir a su pueblo como ovejas, y los llevó por el desierto, como un rebaño.
53
Y los pastoreó con seguridad, que no tuvieron miedo; y el mar cubrió a sus enemigos.
54
Los metió después en los términos de su santidad, en este monte que ganó su mano derecha.
55
Y echó los gentiles de delante de ellos, y les repartió una herencia con cuerdas; e hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.
56
Mas tentaron y enojaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios;
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sino que se volvieron, y se rebelaron como sus padres; se volvieron como arco engañoso.
58
Y le enojaron con sus lugares altos, y le provocaron a celo con sus esculturas.
59
Lo oyó Dios, y se enojó, y en gran manera aborreció a Israel.
60
Por esta causa dejó el tabernáculo de Silo, la tienda en que habitó entre los hombres;
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y dio en cautividad su fortaleza, y su gloria en mano del enemigo.
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Entregó también su pueblo a cuchillo, y se airó contra su heredad.
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El fuego devoró sus jóvenes, y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales .
64
Sus sacerdotes cayeron a cuchillo, y sus viudas no se lamentaron.
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Entonces despertó el Señor a la manera del que ha dormido, como un valiente que grita a causa del vino:
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e hirió a sus enemigos en las partes posteriores; les dio perpetua afrenta.
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Y aborreció la tienda de José, y no escogió la tribu de Efraín.
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Sino que escogió la tribu de Judá, el monte de Sion, al cual amó.
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Y edificó su santuario a manera de eminencia, como la tierra que cimentó para siempre.
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Y eligió a David su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas;
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de tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad.
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Y los apacentó con entereza de su corazón; y los pastoreó con la pericia de sus manos.