14
Y los llevó con nube de día, y toda la noche con resplandor de fuego
15
Hendió las peñas en el desierto; y les dio a beber de abismos grandes
16
y sacó de la peña corrientes, e hizo descender aguas como ríos
17
Pero aun tornaron a pecar contra él, enojando al Altísimo en la soledad
18
Y tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida al gusto de su alma
19
Y hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá Dios ponernos mesa en el desierto
20
He aquí ha herido la peña, y corrieron aguas, y arroyos salieron ondeando: ¿Podrá también dar pan? ¿Aparejará carne a su pueblo
21
Por tanto oyó el SEÑOR, y se enojó; se encendió el fuego contra Jacob, y el furor subió también contra Israel
22
por cuanto no habían creído a Dios, ni habían confiado de su salud
23
Y mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos
24
e hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio trigo de los cielos
25
Pan de fuertes comió el hombre; les envió comida en abundancia
26
Movió el solano en el cielo, y trajo con su fortaleza el austro
27
e hizo llover sobre ellos carne como polvo, y aves de alas como arena del mar
28
Y las hizo caer en medio de su campamento, alrededor de sus tiendas
29
Y comieron, y se llenaron bien; les cumplió pues su deseo
30
No habían quitado de sí su deseo, aun estaba su vianda en su boca
31
cuando vino sobre ellos el furor de Dios, y mató los más robustos de ellos, y derribó los escogidos de Israel
32
Con todo esto pecaron aún, y no dieron crédito a sus maravillas
33
Consumió por tanto sus días en vanidad, y sus años en tribulación
34
Si los mataba, entonces le buscaban; y se convertían, y buscaban a Dios de mañana
35
Y se acordaban que Dios era su refugio, y el Dios Alto su redentor
36
Mas le lisonjeaban con su boca, y con su lengua le mentían
37
pues sus corazones no eran rectos con él, ni estuvieron firmes en su pacto
38
Pero él, misericordioso, perdonaba su iniquidad, y no los destruyó; y abundó su misericordia para apartar su ira, y no despertó toda su ira
39
Y se acordó que eran carne; soplo que va y no vuelve
40
¡Cuántas veces lo ensañaron en el desierto, lo enojaron en la soledad
41
Y volvían, y tentaban a Dios, y ponían límite al Santo de Israel
42
No se acordaron de su mano, del día que los rescató de angustia
43
cuando puso en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Zoán
44
y volvió sus ríos en sangre, y sus corrientes para que no bebieran