2
Pero en cuanto a mí, casi perdí el equilibrio;
mis pies resbalaron y estuve a punto de caer,
3
porque envidiaba a los orgullosos
cuando los veía prosperar a pesar de su maldad.
4
Pareciera que viven sin problemas;
tienen el cuerpo tan sano y fuerte.
5
No tienen dificultades como otras personas;
no están llenos de problemas como los demás.
6
Lucen su orgullo como un collar de piedras preciosas
y se visten de crueldad.
7
¡Estos gordos ricachones tienen todo
lo que su corazón desea!
8
Se burlan y hablan solo maldades;
en su orgullo procuran aplastar a otros.
9
Se jactan contra los cielos mismos,
y sus palabras se pasean presuntuosas por toda la tierra.
10
Entonces la gente se desanima y se confunde,
al tragarse todas esas palabras.
11
«¿Y qué sabe Dios? —preguntan—.
¿Acaso el Altísimo sabe lo que está pasando?».
12
Miren a esos perversos:
disfrutan de una vida fácil mientras sus riquezas se multiplican.