12
He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
13
Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia;
14
Pues he sido azotado todo el día, Y empezaba mi castigo por las mañanas.
15
Si dijera yo, Discurriré de esa suerte; He aquí habría negado la nación de tus hijos:
16
Pensaré pues para saber esto: Es á mis ojos duro trabajo,
17
Hasta que venido al santuario de Dios, Entenderé la postrimería de ellos.
18
Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer.
19
¡Cómo han sido asolados! ¡cuán en un punto! Acabáronse, fenecieron con turbaciones.
20
Como sueño del que despierta, Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás sus apariencias.
21
Desazonóse á la verdad mi corazón, Y en mis riñones sentía punzadas.
22
Mas yo era ignorante, y no entendía: Era como una bestia acerca de ti.