10
Porque mis enemigos han tratado de mí; Y los que acechan mi alma, consultaron juntamente.
11
Diciendo: Dios lo ha dejado: Perseguid y tomadle, porque no hay quien le libre.
12
Oh Dios, no te alejes de mí: Dios mío, acude presto á mi socorro.
13
Sean avergonzados, fallezcan los adversarios de mi alma; Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan.
14
Mas yo siempre esperaré, Y añadiré sobre toda tu alabanza.
15
Mi boca publicará tu justicia Y tu salud todo el día, Aunque no sé el número de ellas.
16
Vendré á las valentías del Señor Jehová: Haré memoria de sola tu justicia.
17
Oh Dios, enseñásteme desde mi mocedad; Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.
18
Y aun hasta la vejez y las canas; oh Dios, no me desampares, Hasta que denuncie tu brazo á la posteridad, Tus valentías á todos los que han de venir.
19
Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso; Porque has hecho grandes cosas: Oh Dios, ¿quién como tú?
20
Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, Volverás á darme vida, Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.
21
Aumentarás mi grandeza, Y volverás á consolarme.
22
Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh Dios mío: tu verdad cantaré yo á ti en el arpa, Oh Santo de Israel.
23
Mis labios cantarán cuando á ti salmeare, Y mi alma, á la cual redimiste.
24
Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día: Por cuanto fueron avergonzados, porque fueron confusos los que mi mal procuraban.