12
Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud.
13
¿Tengo de comer yo carne de toros, o de beber sangre de machos cabríos?
14
Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus promesas al Altísimo.
15
Y llámame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás.
16
Pero al malo dijo Dios: ¿Qué parte tienes tú de declarar mis leyes, y que tomes mi pacto en tu boca?
17
¡Aborreciendo tú el castigo, y echando detrás de ti mis palabras!
18
Si veías al ladrón, tú corrías con él; y con los adúlteros era tu parte.
19
Tu boca metías en mal, y tu lengua componía engaño.
20
Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano; contra el hijo de tu madre ponías infamia.
21
Estas cosas hiciste, y yo he callado; pensabas por eso que de cierto sería yo como tú; yo te argüiré, y las pondré delante de tus ojos.
22
Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios; no sea que os arrebate, y no haya quién os libre.