2
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¡Cuándo vendré, y pareceré delante de Dios!
3
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
4
Acordaréme de estas cosas, y derramaré sobre mí mi alma: Cuando pasaré en el número, iré con ellos hasta la casa de Dios, Con voz de alegría y de alabanza, haciendo fiesta la multitud.
5
¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te conturbas en mí? Espera á Dios; porque aun le tengo de alabar Por las saludes de su presencia.
6
Dios mío, mi alma está en mí abatida: Acordaréme por tanto de ti desde tierra del Jordán, Y de los Hermonitas, desde el monte de Mizhar.
7
Un abismo llama á otro á la voz de tus canales: Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8
De día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su canción será conmigo, Y oración al Dios de mi vida.
9
Diré á Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
10
Mientras se están quebrantando mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
11
¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te conturbas en mí? Espera á Dios; porque aun le tengo de alabar; Es él salvamento delante de mí, y el Dios mío.