3
Oh SEÑOR, hiciste subir mi alma del sepulcro; me diste vida de mi descendimiento a la sepultura.
4
Cantad al SEÑOR sus misericordiosos, y celebrad la memoria de su santidad.
5
Porque un momento hay en su furor; mas en su voluntad está la vida: por la tarde durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.
6
Y dije yo en mi prosperidad: No seré jamás conmovido;
7
porque tú , SEÑOR, por tu benevolencia has asentado mi monte con fortaleza. Escondiste tu rostro, fui conturbado.
8
A ti, oh DIOS, llamaré; y al Señor suplicaré.
9
¿Qué provecho hay en mi muerte, cuando yo descendiere al hoyo? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?
10
Oye, oh SEÑOR, y ten misericordia de mí: SEÑOR, sé tú mi ayudador.
11
Has tornado mi endecha en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.
12
Por tanto a ti canté gloria, y no callé; SEÑOR Dios mío, te alabaré para siempre.