8
Guárdame como lo negro de la niña del ojo, escóndeme con la sombra de tus alas.
9
De delante de los malos que me oprimieron, de mis enemigos que me cercan por la vida.
10
Cerrados están con su grosura; con su boca hablan soberbiamente.
11
Nuestros pasos nos han cercado ahora; puestos tienen sus ojos para echarnos por tierra.
12
Parecen al león que desea hacer presa, y al leoncillo que está escondido.
13
Levántate, oh SEÑOR; prevén su encuentro, póstrale; libra mi alma del malo con tu espada;
14
de los hombres con tu mano, oh SEÑOR, de los hombres de mundo, cuya parte es en esta vida, y cuyo vientre está lleno de tu despensa: sacian a sus hijos, y dejan el resto a su familia.
15
Yo en justicia veré tu rostro; seré saciado cuando despertaré a tu semejanza.