8
cuya boca habla vanidad, y su diestra es diestra de mentira.
9
Oh Dios, a ti cantaré canción nueva; con salterio, con decacordio cantaré a ti.
10
Tú , el que da salud a los reyes, el que redime a David su siervo de maligna espada.
11
Redímeme, y sálvame de mano de los hijos extraños, cuya boca habla vanidad, y su diestra es diestra de mentira.
12
Que nuestros hijos sean como plantas crecidas en su juventud; nuestras hijas como las esquinas labradas a manera de las de un palacio;
13
nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano ; nuestros ganados, que paran a millares y diez millares en nuestras plazas;
14
que nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo; que no tengamos asalto, ni que hacer salida, ni grito de alarma en nuestras plazas.
15
Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR.