11
Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá por causa de mí
12
Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; las tinieblas son como la luz
13
Porque tú poseíste mis riñones; me cubriste en el vientre de mi madre
14
Te alabaré; porque me formaste de una manera formidable y maravillosa; y esto mi alma conoce en gran manera
15
No fue encubierto mi cuerpo de ti, aunque yo fui hecho en secreto, y entretejido en lo profundo de la tierra
16
Tus ojos vieron mi cuerpo aun imperfecto, y en tu libro todos mis miembros estaban escritos; que fueron luego formados, sin faltar uno de ellos
17
Así que ¡cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán multiplicadas son sus cuentas
18
Si los cuento, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo
19
De cierto, oh Dios, matarás al impío; apartaos, pues, de mí, los varones sanguinarios
20
que te dicen blasfemias; se ensoberbecen en vano tus enemigos
21
¿No tuve en odio, oh SEÑOR, a los que te aborrecen, y peleo contra tus enemigos
22
De entero odio los aborrecí; los tuve por enemigos
23
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos
24
y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno